lunes, 19 de mayo de 2014

El poder y la violencia en Bodas de Sangre

A continuación, haremos un estudio sobre el poder y la violencia que encontramos dentro de la obra Bodas de Sangre de Federico García Lorca. Siguiendo con el planteamiento de las entradas anteriores, añado la edición utilizada para este comentario.

GARCÍA LORCA, Federico. Bodas de sangre. 24ª ed. de Allen Josephs y Juan Caballero. Madrid, España. CATEDRA Letras Hispánicas. 2012. pp. 170. ISBN: 84-376-0560-9

Antes de comenzar, no debemos olvidar que la obra Bodas de Sangre está basada en una historia real que sucedió en Almería en 1928.

En el verano de ese mismo año, Federico García Lorca pasaba la temporada estival en una residencia rupestre en Níjar, Almería. A través del periódico local, pudo conocer la historia de Francisca Cañada Morales, una joven de 20 años que el día de su boda se dio a la fuga con su primo hermano Francisco Montes Cañada, diez años mayor que ella y del cual siempre estuvo enamorada. Tras unos matorrales en los que se escondían, tres tiros acabaron con la vida de Francisco y Paca sobrevivió milagrosamente al estrangulamiento. 
En aquella época y según la costumbre almeriense, era costumbre celebrar las bodas de madrugada y así se llevaría a cabo ésta, a las 3 de la mañana con la novia vestida de negro. El padre de la novia, Francisco Cañada, poco tuvo en cuenta los sentimientos de su hija enamorada de su primo hermano, y con el único fin de mantener su herencia en casa, la mandó casar con Casimiro Pérez Pino. 

En este enlace podréis encontrar mayor información sobre los hechos acontecidos en Níjar en julio de 1928.

Durante toda la obra de Lorca, vemos el reflejo de esos hechos acontecidos en 1928. El poder de la riqueza acecha constantemente a la tragedia real, ya que como se conoció a lo largo de los años, el asesinato fue debido al interés por heredar los bienes de la novia. 
La honra es otro de los poderes esenciales que entra en la escena lorquiana, ya que es la responsable del asesinato y ronda constantemente los pensamientos de la MADRE y el resto de personajes, determinando su comportamiento a lo largo de la obra.

El tema principal tratado en esta obra es la vida y la muerte que se ven alteradas por la acción del poder del honor y la violencia de los personajes. De un modo ancestral las leyendas y los paisajes utilizados por Lorca introducen al lector en un mundo de oscuras pasiones cuyo único fin son los celos, la persecución y la violenta muerte de los protagonistas. El amor intenta combatir contra la violencia a la que se enfrentan los personajes.

A continuación, me centraré en la estrecha relación entre el personaje de LEONARDO y el caballo. 
Es curioso destacar en primer lugar, cómo LEONARDO es el único personaje que tiene nombre propio en la tragedia; además, este nombre nos conduce a pensar en un fiero animal como es el león. Este personaje felino y animal se relaciona constantemente con el caballo. Este caballo utilizado por García Lorca tomará dos vertientes en su obra: el sexo y la muerte. Por destacar algunas citas del libro, vemos que se dice que: 

«se ha visto a LEONARDO al límite los llanos con el caballo reventado de sudor»

«El caballo se encuentra tendido, con los ojos desorbitados como si llegara del fin del mundo»

Al llegar LEONARDO el primero a la boda, según la CRIADA: 

«va a matar al caballo con tanta carrera»

a lo que LEONARDO responde: 

«¡Cuando muera, muerto está!» 

Aquí vemos el poder que ejerce LEONARDO sobre ese caballo al que maltrata y extenúa con el único fin de lograr su cometido, encontrarse con su amada. La violencia hacia el animal se refleja en el poder que tiene el humano sobre la bestia por el simple hecho de ser humano.
Es curioso además, ver cómo ese caballo sobre el que LEONARDO ejerce su poder y maltrata, resulta estar ejerciendo el poder de vehículo hacia la muerte, ya que como veremos más adelante, este caballo será el encargado de conducir a LEONARDO a su final.

El caballo que aparece en la nana lleva «puñales de plata en los ojos», al igual que 

«LEONARDO lleva una espina en cada ojo»

cuando discute con su mujer. Hasta aquí vemos como ese caballo simboliza constantemente la amenaza de la muerte y la violencia a la que va a ser sometido LEONARDO, que constantemente le recuerda su naturaleza animal. Parece ser como si esta violencia con la que se trata al caballo, le fuese devuelta a LEONARDO con su propia muerte. 
Al final de la boda, cuando la mujer de LEONARDO descubre que se han fugado, exclama: 

«¡Han huido! ¡Han huido! Ella y LEONARDO. En el caballo. ¡Iban abrazados, como una exhalación!» 

Este caballo simboliza esa mezcla de sexo y muerte. Ambos van abrazados como una exhalación hacia su muerte. Representa esa pasión alocada que les lleva a cavar su propia tumba. Ellos mismos han ejercido su poder de voluntad para decidir huir juntos, ya que conocían perfectamente las consecuencias a las que se atenían.

http://conilsinfrontera.es/wp-content/uploads/2013/02/pareja_caballo_playa.jpg
Otra representación de la violencia la encontramos constantemente en la aparición de las armas como el cuchillo y la navaja, que ya comentamos en la entrada El caballo y el cuchillo de Federico García Lorca. Estas armas representan la historia del hijo y del padre fallecidos a consecuencia de su uso. La muerte violenta del padre y el hermano del NOVIO se da a conocer mediante los amargos comentarios de la MADRE, que desde un principio nos anticipa la muerte del NOVIO y crean en la obra un clima de violencia que es palpable e inevitable.

Me gustaría destacar las palabras que dedica Christopher Maurer al final del tercer acto de Bodas de Sangre:
«Para la escena apoteósica de la Luna, Lorca se apoyó en la música para preparar al público para lo extraño y lo poético del tercer acto, empleando el segundo concierto Brandemburgo de Bach. "Bodas de sangre... está sacada de Bach... ese tercer acto, eso de la luna, eso del bosque, eso de la muerte rondando, todo está en la Cantata de Bach que yo tenía»

https://www.youtube.com/watch?v=2MtZxQ4m_jQ

Además en este enlace podréis deleitaros con la Cantata 140 de Bach.

Me resulta curiosa esta aportación, ya que desde el origen de los tiempos la música ha sido un instrumento bastante útil para representar las emociones humanas. Concretamente estas dos piezas de Bach, transmiten ese sentimiento de angustia que rápidamente hace que nos sobrecojamos ante una sensación de violencia desconocida, que se apodera de nosotros a la vez que nos va poniendo en situación.

La obra al completo refleja ese ambiente violento y sangriento que desde el propio título ya nos va advirtiendo del desenlace. Contrasta esa violencia de la obra con las notas suaves desarrolladas por Bach, por lo que una lectura acompañada por estas dos deliciosas composiciones seguro resultará un exitoso deleite para los sentidos.

jueves, 15 de mayo de 2014

El reflejo de la luna

En esta segunda entrada dedicada a Bodas de sangre, seguiremos trabajando el tema del simbolismo en Federico García Lorca. En este caso, hablaremos sobre el uso que se da de la luna y el agua. De nuevo recordar la edición utilizada para este comentario para así facilitar la lectura de las páginas señaladas.


GARCÍA LORCA, Federico. Bodas de sangre. 24ª ed. de Allen Josephs y Juan Caballero. Madrid, España. CATEDRA Letras Hispánicas. 2012. pp. 170. ISBN: 84-376-0560-9

La luna


En palabras de Álvarez de Miranda cuyo estudio se basa en la obra del historiador rumano Mircea Eliade, vemos la luna como algo que crece y decrece, nace y muere; siendo por excelencia el astro de los ritmos de la vida. Es agente y símbolo de fecundidad, de vida y de muerte. (Ibíd., pág. 39).
A su vez, el crítico Rupert C. Allen considera que la escena de la luna es el interludio simbólico más poderosamente sustentado que Lorca jamás concibió. Explica que mediante esta escena traspasamos el umbral del simbolismo.


https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcSyT8Z8zjSr0QrA8UU2vGAU0NtfbS-CE-eF_iDyJ9nW3qzVMRFtHxfEC1lfpBiyGuWFahfkavSrCqIUmGdNzLJAz-g9KMQV556px-zr3uBxN-9ykb9SVlub25x339sQfijmwjweWsd8E/s400/locuritas_54362.jpg

En las últimas escenas, LEONARDO y la NOVIA llegan al bosque como si fueran un Romeo y una Julieta telúricos, cuyo destino se marca por la LUNA acechante que aparece en ese momento. Esta LUNA aparece como «un leñador joven con la cara blanca. La escena adquiere un vivo resplandor azul» (destaco aquí que a pesar de ser un LEÑADOR el personaje que aparece, en todas las representaciones este papel fue desempeñado por una mujer). Comienza aquí un soliloquio en el que la particular misión de la LUNA cobrará un sentido especial.
LUNA.
Cisne redondo en el río,
ojo de las catedrales,
alba fingida en las hojas
soy; ¡no podrán escaparse!
¿Quién se oculta? ¿Quién solloza
por la maleza del valle?

En esta primera parte vemos cómo la LUNA se identifica con el reflejo de un cisne en el río, con las gotas de rocío reflejadas en las hojas y con la linterna de las catedrales. Esta luna que es reflejo de la realidad según ella misma es todopoderosa y todo lo ve. Descubre a los amantes ocultándose en la maleza.

La luna deja un cuchillo
abandonado en el aire,
que siendo acecho de plomo
quiere ser dolor de sangre.

La LUNA se encuentra sedienta de sangre y vuelve a aparecer la figura del cuchillo, que en este caso podría hacer referencia a un rayo de luna dejado por ésta para que descubran a los fugados.

¡Dejadme entrar! ¡Vengo helada
por paredes y cristales!
¡Abrir tejados y pechos
donde pueda calentarme!
¡Tengo frío! Mis cenizas
de soñolientos metales,
buscan la cresta del fuego
por los montes y las calles.

La LUNA sigue reivindicando su sed de venganza y busca cobijo en las almas de LEONARDO y la NOVIA.

Pero me lleva la nieve
sobre su espalda de jaspe, 
y me anega, dura y fría,
el agua de los estanques.
Pues esta noche tendrán
mis mejillas roja sangre,
y los juncos agrupados
en los anchos pies del aire.


El paisaje va tomando un cariz oscuro y dramático, parece como si se estuviera preparando para la tragedia. La nieve dura y fría, el agua estancada y los juncos agrupados van convirtiendo la escena en un paraje tétrico y hostil.

¡No haya sombra ni emboscada,
que no puedan escaparse!
¡Que quiero entrar en un pecho
para poder calentarme!
¡Un corazón para mi!
¡Caliente, que se derrame
por los montes de mi pecho;
dejadme entrar, ¡ay, dejadme!
(A las ramas.)
No quiero sombras. Mis rayos
han de entrar en todas partes,
y haya en los troncos oscuros
un rumor de claridades,
para que esta noche tengan
mis mejillas dulce sangre, 
y los juncos agrupados
en los anchos pies del aire.
¿Quién se oculta? ¡Afuera digo!
¡No! ¡No podrán escaparse!
Yo haré lucir al caballo
una fiebre de diamante.

La LUNA no cesa en su empeño y sigue buscando acabar con los dos amantes. Aquí se muestra la forma en que esta LUNA demuestra su lado perverso cuya finalidad única se convierte en acabar con los fugitivos.


http://www.magazinefarmaoptics.com/wp-content/uploads/2013/07/luna-llena-en-piscis2.jpg

Esta luna sedienta nos recuerda a la luna que aparece en el Romance de la luna, en el que Federico utiliza este elemento como vehículo para anunciar la muerte del niño gitano.



La luna vino a la fragua 

con su polisón de nardos. 
El niño la mira mira. 
El niño la está mirando.

En el aire conmovido 
mueve la luna sus brazos 
y enseña, lúbrica y pura, 
sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna
Si vinieran los gitanos, 
harían con tu corazón 
collares y anillos blancos.

Niño déjame que baile. 
Cuando vengan los gitanos, 
te encontrarán sobre el yunque 
con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna
que ya siento sus caballos. 
Niño déjame, no pises, 
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba 
tocando el tambor del llano. 
Dentro de la fragua el niño, 
tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían, 
bronce y sueño, los gitanos. 
Las cabezas levantadas 
y los ojos entornados.

¡Cómo canta la zumaya, 
ay como canta en el árbol! 
Por el cielo va la luna 
con el niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran, 
dando gritos, los gitanos. 
El aire la vela, vela. 
el aire la está velando.


El agua

El agua como vida y como muerte se presenta a lo largo de la obra en reiteradas ocasiones. Puede presentarse de varias formas.

El agua limpia y purficada es fresca; en la obra vemos cómo la MADRE dice: 

«al agua se tiren las honradas, 
las limpias; ¡ esa no!»

(Acto II Cuadro II)

La MADRE considera que arrojarse al agua es un acto heroico y lleno de valor que sólo pueden realizar aquellas que sean honradas y no tengan nada que ocultar.


http://yoseporque.com/por-que-el-agua-corriente-es-mas-pura-que-el-agua-estancada/


 El agua negra representa el agua estancada, envenenada y sucia. En un sentido figurado, el odio envenena el correr del agua (que representa el cauce de la vida): 



«Ay caballo grande 
que no quiso el agua» 

(Acto I Cuadro II)

El agua en este caso representa peligro, es por ello que el caballo no quiere beber y las mujeres le advierten de que no lo haga.


http://www.blogseitb.com/wp-content/uploads/sites/41/2011/12/llodio-caballo-rio-gardea.jpg


El río es una de las metáforas con la que Federico García Lorca expresa el erotismo y la sensualidad.
Cuando habla sobre el agua que corre con las largas curvas que origina a su paso entre los valles, puede darnos la sensación de una dama con un largo manto:
«[...] el agua con su larga cola [...]»

(Acto I Cuadro II)

http://www.quebonitacolombia.com/images/canpeber_Rio_Cauca_24289.jpg


Para Lorca, un "río muerto" es aquel que está estancado, sin vida, careciendo de movimiento. Esto bien puede transmitirnos esas sensación de agua estancada que conlleva la muerte y el fin del río y por consiguiente, de la vida. 

«¡Que los ríos del mundo lleven tu corona!»  

(Acto II Cuadro I)


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A raíz de este palabras, me gustaría relacionar la imagen que aparece sobre estas líneas con los versos de García Lorca. La imagen representa un pequeño rincón del Panteón de los Marinos Ilustres de la ciudad en la que vivo, San Fernando, Cádiz. Este rincón consiste en una amplia sala redonda, cuyo centro en su totalidad lo ocupa una especie de piscina. ¿Qué tiene esto que ver con los versos de Lorca? Pues bien, si nos fijamos con detenimiento en el agua que contiene esta piscina, observaremos rápidamente que algo extraño le ocurre. ¿A qué se debe esto? A la diferencia de densidad entre las aguas que contiene. ¿Y eso? Esta piscina representa un homenaje a todos aquellos marineros cuyas vidas acabaron en el mar, por lo que contiene agua de todos los océanos y mares del planeta. He aquí el símil entre los versos lorquianos y este pequeño homenaje de mi tierra. La vida es ese río en constante final que va a parar al mar, como podemos ver aquí. Lorca pide que los ríos del mundo lleven su corona, nuestro panteón también tiene en el centro de la piscina una corona de laurel para honrar a todos aquellos, que aunque anónimos, también se merecen su gloria eterna. ¿Y por qué agua? Porque es capaz de reflejar el cielo, aquel bien no material que todos los mortales ansían conseguir al final de sus vidas.

miércoles, 14 de mayo de 2014

El caballo y el cuchillo de Federico García Lorca

A continuación, haremos un estudio sobre el simbolismo utilizado por Federico García Lorca a lo largo de Bodas de Sangre. Este tema se trabajará a lo largo de dos entradas; en la primera hablaremos sobre el caballo y el cuchillo y en la segunda sobre el agua y la luna.
La edición utilizada es la siguiente:


GARCÍA LORCA, Federico. Bodas de sangre. 24ª ed. de Allen Josephs y Juan Caballero. Madrid, España. CATEDRA Letras Hispánicas. 2012. pp. 170. ISBN: 84-376-0560-9

El caballo


Es curioso destacar cómo LEONARDO es el único personaje que tiene nombre propio en la tragedia; además, este nombre nos conduce a pensar en un fiero animal como es el león, lo que nos hace pensar en una personalidad felina y salvaje. Este personaje felino y animal se relaciona constantemente con el caballo. Este caballo tomará dos vertientes en la obra de Lorca: el sexo y la muerte. 



Por destacar algunas citas del libro, vemos que se dice que:

«se ha visto a LEONARDO al límite los llanos con el caballo reventado de sudor»

«El caballo se encuentra tendido, con los ojos desorbitados como si llegara del fin del mundo»

Al llegar LEONARDO el primero a la boda, según la CRIADA

«va a matar al caballo con tanta carrera» 

LEONARDO le responde: 

«¡Cuando muera, muerto está!» 

El caballo que aparece en la nana lleva «puñales de plata en los ojos», al igual que «LEONARDO lleva una espina en cada ojo» cuando discute con su mujer. Hasta aquí vemos como ese caballo simboliza constantemente la amenaza de la muerte, que se va cerniendo sobre LEONARDO y que constantemente le recuerda su naturaleza animal. Parece ser como si esta violencia con la que se trata al caballo, le fuese devuelta a LEONARDO con su propia muerte. Al final de la boda, cuando la MUJER de LEONARDO descubre que se han fugado, exclama: 

«¡Han huido! ¡Han huido! Ella y LEONARDO. En el caballo. ¡Iban abrazados, como una exhalación!» 

Este caballo simboliza esa mezcla de sexo y muerte. Ambos van abrazados como una exhalación hacia su muerte. Representa a esa pasión alocada que les lleva a cavar su propia tumba.



El cuchillo

Antes de comenzar, debemos tener en cuenta que Bodas de sangre se enmarca dentro de un mundo basado en el racionalismo y el cristianismo que dejó de existir en el mundo occidental. Este mundo se encuentra exento de virtud y de vicio, va más allá de los principios morales. Este mundo se encuentra desbordado por el sentido místico de la vida, la forma en que se obtiene ésta y la forma en que se pierde. Partiendo de esta visión mística del mundo, llegamos al tema del sacrificio. En la obra aparece la muerte, pero lo realmente destacable es por qué se muere y cómo. El muerto se convierte en una víctima de la sangrienta obsesión de Lorca por el cuchillo



La navaja aparece en la primera escena de la obra, mentada por la MADRE:


La navaja, la navaja... Malditas sean todas y el bribón que las
inventó.

Es curioso cómo Lorca también dedica las últimas palabras de la obra a este arma.

Y apenas cabe en la mano,
pero que penetra frío
por las carnes asombradas
y allí se para, en el sitio
donde tiembla enmarañada
la oscura raíz del grito.

Desde el inicio de la tragedia, se nos da a conocer la relevancia de este cuchillo que ha acabado con la vida del padre y del hermano del NOVIO. La MADRE en todo momento se muestra reacia al uso y manipulación de las armas y sobre todo, si son cuchillos. Es constante la mención del padre y el hijo muertos de una forma tan trágica y sangrienta como lo es morir a causa de un cuchillo. En la primera parte, después de la retahíla que la madre le suelta al NOVIO acerca de los cuchillos, la muerte de su familia y la violencia,  observamos la siguiente conversación:

MADRE. Sí, sí, y a ver si me alegras con seis nietos, o los que te dé la gana, ya que tu padre no tuvo lugar de hacérmelos a mí.
NOVIO. El primero para usted.
MADRE. Sí, pero que haya niñas. Que yo quiero bordar y hacer encaje y estar tranquila.

Aparece aquí un contraste entre las labores del hogar, que representan esa paz constante que suele rodear a las familias cuando se encuentran en casa; en contraposición con las labores del cuchillo, que representarían esa guerra constante entre los hombres para acabar unos con otros.
En la página 108 encontramos la nana cantada entre la SUEGRA y la MUJER, en la que de nuevo encontramos otra referencia al arma, en este caso, un puñal.

Las patas heridas,
las crines heladas,
dentro de los ojos 
un puñal de plata.

Este puñal de plata en los ojos del caballo indica que la pasión se ha impuesto.

El cuchillo durante toda a obra representa la muerte, lo fatídico y la perdición. Acaba con la vida de diversos personajes a lo largo de la obra y va cobrando importancia a lo largo de la obsesión de Lorca por él.
Me parece interesante destacar una reflexión de Álvarez de Miranda que dice así:

... El himno de los protagonistas, MADRE y NOVIA, al terrificante instrumento mortal; ambas repiten insistentemente, hasta que cae el telón, los versos extáticos del cuchillo. Una especie de adoración al cuchillo que une en idéntico gensto a las dos feroces rivales. Ya no lloran cada una a su muerto, no execran ya cada cual al matador de éste. Las muertes recíprocas, y el poeta hace a sus personajes oír de rodillas el himno del cuchillo. El cuchillo es la muerte y es su causa, es su misterio y su fascinación. (Álvarez de Miranda, pág. 34).

lunes, 12 de mayo de 2014

Una de miedo...

Continuamos con el análisis de Don Álvaro o la fuerza del sino. Recordamos la edición utilizada para el comentario;

DE RIVAS, Duque. Don Álvaro o la fuerza del sino. 25ª ed. de Alberto Sánchez. Madrid, España. CATEDRA Letras Hispánicas. 2003. [págs. 111-115] ISBN: 84-376-0057-X

Hoy trataremos el satanismo de don Álvaro y el de don Alfonso que conducen al desenlace de la obra. Concretamente, nos situamos en la Jornada quinta; adjuntaré cada fragmento correspondiente de Estudio 1 a este episodio en concreto. 

La Jornada quinta comienza con una acotación en la que ya empienzan a aparecer elementos celestiales que más adelante se contrapondrán al satanismo de don Álvaro. 

«La escena se desarrolla en el convento de los Ángeles y sus alrededores»


En las dos primeras escenas, somos testigos de cómo el Padre Guardián y el Hermano Melitón, reparten la comida entre los pobres. Tras una breve disertación entre ambos, suena la campanilla de la entrada y ambos se sobresaltan, creyendo que la llamada se trata de más pobres pidiendo limosna. Al abrir el portón, el Hermano Melitón se encuentra con don Alfonso, embozado y vestido de monte, cuyos modos son bruscos y acelerados.



 Este señor, busca al Padre Rafael, y la sensación que le transmite al Hermano es de miedo e intranquilidad, como vemos en los apartes y en las diferentes acotaciones.



HERMANO MELITÓN (Con miedo.)

[...] El otro es...

DON ALFONSO

El del infierno.

Aquí aparece ya la primera mención de un elemento satánico como es el infierno. Ésto sobresalta aún más al Hermano, que incluso comenta:

HERMANO MELITÓN (Yéndose hacia la escalera muy lentamente, dice aparte.)

¡Caramba!... ¡Qué raro gesto!
Me da malísima espina
y me huele a chamusquina...


En la escena IV pasamos a un espacio más reducido. El "Padre Rafael" se encuentra en el interior de una celda de franciscano arrodillado, en actitud de profunda oración mental.


Sobre la mesa, descansa una calavera.


Tras descubrirse ambas personalidades, don Alfonso comienza una serie de provocaciones hacia don Álvaro, éste le pide disculpas dado que se considera una nueva persona tras pasar por la orden franciscana.

DON ÁLVARO

[...] Respetad este vestido,
compadeced mis angustias
y perdonad generoso
ofensas que están en duda.
(Con gran emoción.)
¡Sí, hermano, hermano!


Llegados a este punto, don Alfonso le recrimina la hermana que perdió por su culpa, es en este momento cuando don Álvaro comienza a enloquecer y a volverse cada vez más oscuro.

DON ÁLVARO

¿De nuevo el triunfo asegura
el infierno, y se desploma
mi alma en su sima profunda?
¡Misericordia!

Don Alfonso le alcanza una espada para comenzar un duelo, más él rehúsa la proposición escudándose en Dios.

DON ÁLVARO (Retirándose.)

No, que aún fortaleza
para resistir la lucha
de las mundanas pasiones
me da Dios con bondad suma.

Don Alfonso, que pretende llevar el duelo acabo, sigue insistiendo y buscando pretextos para desatar la furia de don Álvaro. Da en el clavo cuando le dice que su escudo lleva una mancha, ya que él es mulato.


DON ALFONSO (Con desprecio.)

Un caballero
no hace tal infamia nunca.
Quien sois bien claro publica
vuestra actitud, y la inmunda
mancha que hay en vuestro escudo

DON ÁLVARO (Levantándose con furor.)

¿Mancha?...¿Y cuál?... ¿Cuál?...

DON ALFONSO

¿Os asusta?

DON ÁLVARO

Mi escudo es como el sol limpio,
como el sol.

DON ALFONSO

¿Y no lo anubla
ningún cuartel de mulato?
¿De sangre mezclada, impura?

DON ÁLVARO (Fuera de sí.)

¡Vos mentís, mentís, infame!
Venga el acero; mi furia
(Toca el pomo de una de las espadas.)
os arrancará la lengua
que mi clara estirpe insulta.
Vamos.



DON ALFONSO

Vamos.

DON ÁLVARO (Reportándose.)

No..., no triunfa
tampoco con esta infustria
de mi constancia el infierno.
Retiraos, señor.

DON ALFONSO (Furioso.)

¿Te burlas 
de mí, inicuo? Pues cobarde
combatir conmigo excusas, 
no excusarás mi venganza.
Me basta la afrenta tuya.
Toma.
(Le da una bofetada.)

DON ÁLVARO (Furioso y recobrando toda su energía.)

¿Qué hiciste?...¡Insensato!
Ya tu sentencia es segura:
Hora es de muerte, de muerte.
El infierno me confunda.
(Salen ambos precipitados.)


Vemos cómo en el interior de don Álvaro va creciendo el mal. Cuando su sensibilidad se ve trastocada por las palabras de don Alfonso, no duda en utilizar la espada para acabar con tales viles palabras. En todo momento durante esta conversación, observamos cómo don Álvaro se encuentra en un territorio de arenas movedizas respecto al mal. Por un lado quiere vengarse de don Alfonso por sus falacias mientras que por otro es consciente de que todo aquello son malas acciones que no serán bien vistas por los ojos de Dios. Cada vez aumenta el número de menciones a elementos satánicos como el infierno o el asesinato. Además, la escena cada vez transcurre más rápido, lo que nos va precipitando hacia el desenlace trágico de la obra.



En la escena VII, ambos caballeros están saliendo del convento cuando se encuentran al Hermano Melitón. Éste, asustado por esta precipitación de los hechos y la tormenta que se está avecinando, le pregunta al "Padre Rafael" hacia dónde se dirigen, es entonces cuando don Álvaro bajo su disfraz, le responde:



DON ÁLVARO (Saliendo con don Alfonso.)

¡Voy al infierno!

Es entonces, cuando el Hermano Melitón reflexiona sobre este viaje al infierno.

HERMANO MELITÓN

¡Al infierno!... ¡Buen viaje!
También que era del infierno
dijo, para mi gobierno,
aquel nuevo personaje.
¡Jesús, y qué caras tan...!
Me temo que mis sospechas
han de quedar satisfechas.

[...]

¡Hola..., hermanos..., hola!... ¡Digo!
No lleguen al paredón,
miren que hay excomunión
que Dios les va a dar castigo.

[...]

Con el santo penitente
sin duda van a cargar.
¡El padre, el padre Rafael!...
Si quien piensa mal, acierta.
Atrancaré bien la puerta...


Pues tengo un miedo cruel.
Un olorcillo han dejado
de azufre...


El Hermano Melitón parece haberse dado cuenta de las intenciones de ambos e intenta advertirles sobre el castigo divino que puede acontecerles si continúan con su decisión. Al final de su monólogo, menciona que han dejado un «olorcillo de azufre», que curiosamente es el olor que se le atribuye popularmente a los demonios.

Da comienzo una encarnizada batalla verbal entre ambos, en la que don Alfonso pretende a toda costa herir el honor de don Álvaro que se siente apesadumbrado:


DON ÁLVARO



Hombre, fantasma o demonio

que ha tomado humana carne
para hundirme en los infiernos,
para perderme... ¿qué sabes?

Don Alfonso comienza a narrar la terrible historia que rodea el nacimiento de don Álvaro, lo que desata aún más la ira de éste. Ambos pretenden darse muerte y se van transformando en seres más diabólicos cuyo único fin es la muerte del rival.

DON ALFONSO

[...] Y si, por ser mi destino,
consiguieses el matarme,
quiero allá en tu aleve pecho
todo un infierno dejarte.

Don Alfonso se encuentra en un punto en el que sólo busca el sufrimiento de don Álvaro. Éste comienza a sentirse confuso y delirante y sus declamaciones se vuelven cada vez más satánicas.

DON ÁLVARO (Volviendo al furor.)

¿Eres monstruo del infierno,
prodigio de atrocidades?

[...]

¡Muerte y exterminio! ¡Muerte 
para los dos! Yo matarme
sabré, en teniendo el consuelo
de beber tu inicua sangre.

Don Álvaro pretende acabar con su enemigo tras todo lo que le ha revelado y declara que como consuelo, beberá su sangre traidora. Esto resulta verdaderamente satánico, son muchas las culturas que desde tiempos remotos consumen la sangre de sus enemigos como venganza, o como por ejemplo en la antigua Grecia, el pueblo se lanzaba al anfiteatro para beber la sangre de los gladiadores moribundos para así obtener su fuerza [Aquí pueden encontrar un estudio pormenorizado sobre la importancia de la sangre a lo largo de la historia] Don Álvaro asegura que lo hará para su consuelo propio, pero resulta bastante macabro.
Cada vez nos adentramos más en esta situación tan trágica, cuyo desenlace se hace cada vez más visible a través de las palabras de los protagonistas. Cuando finalmente, don Álvaro hiere a don Alfonso y éste le pide confesión, don Álvaro se da cuenta de lo que ha venido haciendo durante esta escena y recapacita:

DON ÁLVARO (Suelta la espada y queda como petrificado.)

¡Cielos!... ¡Dios mío! ¡Santa Madre de los Ángeles!... ¡Mis manos
tintas en sangre..., en sangre de Vargas!...

[...]

(Aterrado)
¡No, yo no soy más que un réprobo
presa infeliz del demonio! Mis palabras sacrílegas aumentarían vuestra condenación.
Estoy manchado de sangre, estoy
irregular...: Pedid a Dios misericordia... Y... Esperad...,
cerca vive un santo penitente... podrá absolveros...

Don Álvaro consigue pedir ayuda al "santo penitente" y cuál es su sorpresa cuando encuentra a su amada Leonor allí, tan cerca de él. Don Alfonso reconoce la voz de su hermana a lo lejos y la llama. Ella acude rauda a su encuentro y éste haciendo acopio de sus fuerzas, saca un puñal y la asesina. 


Esta escena resulta un tanto patética, ya que Leonor es consciente del odio que suscita en su hermano, la sed de venganza que él tiene y la situación en que todo sucede. Por unos instantes se observa esa lucha interna del principio de la obra en la que se debate entre el amor o la familia y finalmente opta por la familia, para no volver a repetir el error incial. Su hermano termina con su vida cerrando el ciclo de muertes familiares en la obra.

En la escena décima y última, el Duque de Rivas alcanza unas dimensiones sobrecogedoras respecto a la escenografía romántica. Don Álvaro destrozado y fuera de sí es observado por todos los Hermanos mientras se acerca a un precipicio. Cuando el Padre Guardián le llama "Padre Rafael", don Álvaro lanza sus últimas palabras.



DON ÁLVARO (Desde un risco, con sonrisa diabólica, todo convulso, dice.)

Busca, imbécil, al padre Rafael...
Yo soy un enviado del infierno
soy el demonio exterminador...
Huid, miserables.

[...]

¡Infierno, abre tu boca y trágame!
¡Húndase el cielo, perezca la raza humana, exterminio, destrucción...!
(Sube a lo más alto del monte y se precipita.)



La muerte de Leonor demuestra la fuerza del sino, ese sino que no permitía a don Álvaro estar con su amada.

El suicidio, es un tema muy romántico. Acabar este valle de lágrimas que es la vida con el suicidio es la mayor característica del romanticismo, es la mayor evasión. Evasión de la vida que es el fin del sufrimiento y las desdichas. Cuando don Álvaro se suicida reniega de todo lo que había conocido hasta el momento: el amor, la religión, el honor y se arroja a la despreocupación, no le importa ya nada, está confabulado contra el mundo y lo sentencia. Con su suicidio él cree concluir el problema, pero su propia persona es más que un problema y todo eso también es eliminado.

Abundan en esta última parte las exclamaciones, las expresiones entrecortadas, el vocabulario exaltado, propios de ese estilo romántico del que hace gala el Duque de Rivas. Abundan además las exclamaciones «¡desdichado!» y los puntos suspensivos «por fin... si, te hallé... muerta...»

Este final trágico y satánico representa el culmen de la exaltación y el extremo máximo romántico.

El estreno de la obra causó gran conmoción pues estaba dentro de todo el contexto romántico que se estaba desarrollando y que verdaderamente representaba un hecho social, algunos autores y lectores llegaron a suicidarse como cúspide de este movimiento y vivían exaltando los sentimientos por encima de todas las cosas, ahora en una época en que la razón suele dominar es más bien cómico ver la cantidad de “casualidades” que se dan y que nuestra mente racional no considera plausibles.